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El Síndrome de la Mujer Maltratada

Más allá de las normas –que nos convocan en este curso–, es importante distinguir en el relato de las víctimas cuáles son las características que revelan el daño causado por la violencia pues, además de daños físicos, puede causar trastornos emocionales profundos y duraderos. En este sentido, tenemos que las consecuencias de la violencia pueden separarse en dos momentos: las inmediatas, luego de la agresión; y las que aparecen a largo plazo.

Lenore Walker (1984), en su libro “El síndrome de la mujer maltratada”, profundiza conceptos como el trastorno de estrés postraumático, la impotencia aprendida y el ciclo de la violencia. En este contexto, tenemos que el síndrome es un “estado que se caracteriza por una baja autoestima, depresión crónica, reacción de estrés y sensación de impotencia y de abandono por parte de los demás, embotamiento afectivo y asilamiento social. Así́, las mujeres maltratadas presentan ansiedad, fatiga, temor, alteraciones del sueño y del apetito, molestias y dolores inespecíficos. A pesar de ello, no pueden ser conscientes de la gravedad de su estado y como consecuencia de los mensajes de su agresor y del contexto sociocultural, piensan que son ellas las culpables y que se merecen lo que les está pasando” (PNUD).

El desconocimiento de estos procesos y secuelas hace que las mujeres maltratadas sean retratadas como masoquistas, locas o histéricas, tanto por sus cercanos e incluso por la institucionalidad.

Vea a continuación el video de la Organización Mundial de la Salud que invita a los profesionales de la salud a aplicar un enfoque de género en sus atenciones que, en muchas ocasiones, se traducen en el único espacio que tienen las mujeres víctimas de violencia para salir solas de sus hogares: