Antiguamente el modelo familiar tradicional implicaba una clara división de tareas entre la pareja (hombre proveedor y mujer ama de casa).
Hoy las mujeres comparten con los hombres el papel de proveer ingresos, sin embargo, estos no las ha eximido de su responsabilidad cultural de desarrollar las labores del hogar y el cuidado de los menores y de personas dependientes.
Lo que provoca el surgimiento del fenómeno de la doble jornada femenina.
Dos factores inciden en la perpetuación de la doble jornada:
La actitud de los hombres, que aún no asumen de manera equivalente la corresponsabilidad en las tareas de crianza y domésticas y en su mayoría se sienten como “ayudantes” de ellas.
La falta de adecuación como sociedad a esta nueva realidad.