En 1941, en un mensaje dirigido a la cámara de diputados, el Presidente Pedro Aguirre Cerda, electo con apoyo femenino, afirma: «La Constitución Política del Estado dispone que son ciudadanos con derecho a sufragio los chilenos que hayan cumplido 21 años de edad, sepan leer y escribir y estén inscritos en los registros electorales. (…) comprende, sin lugar a dudas, a los individuos de ambos sexos».
Se presenta un proyecto de Ley Electoral, redactado por Elena Caffarena y Flor Heredia, que otorgaba el voto a la mujer.
Pese a las expectativas que generó este proyecto, ya que contaba con el apoyo presidencial, no fue aprobado en gran parte a causa del fallecimiento del Presidente.
A partir de 1944 con el surgimiento del FECHIF toman fuerza las campañas públicas para la obtención del sufragio femenino universal. Los artículos en la prensa feminista y los folletos educativos fueron algunos de los instrumentos masivos para sensibilizar respecto de las ventajas y responsabilidades que implicaba la obtención de este derecho y para criticar las posiciones ideológicas de quienes se oponían al voto femenino.
Finalmente después de 15 años, en 1949, se dicta la Ley N° 9.292 que otorga el Voto Femenino universal, dictada por el Presidente Gabriel González Videla, es decir, recién se consideró que las mujeres podían elegir a un Presidente o Presidenta hace sólo 70 años.
Este derecho sólo se ejerce efectivamente en las elecciones presidenciales de 1952.