“La mirada cristiana sobre el ser humano permite percibir su valor que trasciende todo el universo” (Aparecida, 338).
El ser humano, al ser creado a imagen y semejanza de Dios, junto con tener a su disposición todo lo creado (Génesis 1, 26), jamás puede ser reducido a un objeto, ni instrumentalizado o reducido a categorías utilitaristas. Es ante todo un fin que exige valoración, reconocimiento, respeto y protección.
Conforme a lo anterior, y como bien nos decía San Juan XXIII, “se afianza la convicción de que el género humano puede y debe no sólo perfeccionar su dominio sobre las cosas creadas, sino que le corresponde además establecer un orden político, económico y social que esté más al servicio del hombre y permita a cada uno y a cada grupo afirmar y cultivar su propia dignidad” (Gaudium et spes, 9).
La dignidad del ser humano reclama una especial preocupación de parte de los gobiernos y quienes ejercen posiciones de decisión y dirección en la sociedad, los cuales deberán siempre colocar a la persona como centro de su actividad política, guiados por un principio pro homine.
A continuación te acompañamos dos recursos para profundizar sobre el tema. El primero es un extracto de la carta encíclica Pacen in terris, de San Juan XXIII, relativa al tópico. El segundo es un video que explica la visión de la Iglesia de la dignidad de la persona humana desde la doctrina social de la Iglesia.