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Normatividad moral

La normatividad moral “mira la bondad o maldad de un comportamiento en cuanto a la significación que éste tiene para la vida de los individuos, en cuanto al cumplimiento de su destinación, en cuanto a la realización de los valores más altos que deben orientar su existencia” (Recaséns, 1985). Respecto a sus características podemos identificar las que pasamos a explicar.

Materia regulada

Las normas morales se preocupan de los actos internos del hombre. No obstante, no bastan solo las meras intenciones, se requiere que estas puedan expresarse en la realidad. Así las cosas, y conforme a lo planteado por Kant, “la conducta es buena [, es decir, cumple con la norma moral,] cuando concuerda no sólo exterior, sino interiormente con la regla ética. La simple concordancia externa, mecánica, del proceder con la norma, carece de significación a los ojos del moralista. Lo que da valor al acto no es el hecho aparente, la manifestación que puede ser captada por los sentidos, sino el móvil recóndito, la rectitud del propósito” (García Maynez, 1965).

Estructura lógica de la norma

Las normas morales tienen una naturaleza unilateral y subjetiva, debido a que solo regula la conducta del sujeto obligado, siendo este el criterio de valoración de la conducta.

“La moral considera los actos humanos en relación con el sujeto que los cumple y dentro del ámbito individual de éste, determinado entre las conductas posibles cual sea la debida: selecciona, entre las posibilidades del comportamiento, aquellos que son debidas o son lícitas y las opone con [sic] aquellas otras conductas posibles pero indebidas, ilícitas y prohibidas” (Recaséns, 1985).

A mayor entendimiento, según Pacheco, la llamada unilateralidad de las normas morales no es tal, ya que se estaría desconociendo que ciertas máximas que se reputan morales no serían tales, ya que se deben cumplir respecto a otras personas. De esta forma, la expresión unilateralidad da cuenta de la inexigibilidad que respecto a las normas puede realizar otro sujeto (Pacheco, 2004).

Fuente

Se dice que las normas morales son de fuente autónoma, puesto que cada individuo se regularía moralmente, al estar esta regulación en su voluntad o conciencia.

Con todo, dicha afirmación no parecería ser del todo correcta, en la medida que, como hemos visto, la moral supone ciertos patrones de comportamiento fijados por la sociedad en un momento determinado. En otras palabras, las pautas morales por las que nos regimos no nos las damos nosotros, de forma que resulta en si misma contradictoria la afirmación de la autonomía en la forma presentada.

Coercibilidad

Las normas morales no son coercibles. “Esto significa que la observancia de la conducta rescrita por la norma moral debe realizarse en forma voluntaria, espontánea, libre de toda fuerza extraña o coacción externa, pues de otro modo la conducta se transformaría en un simple hecho que escaparía por completo a toda posible valoración ética. En las normas morales no existe la posibilidad de imponer por la fuerza la conducta debida” (Pacheco, 2004).