En la imagen superior se observa a tres personas de diferentes estaturas y tres cajas, conforme a cuya distribución se puede permitir o impedir que ciertas personas alcancen la altura necesaria para observar el partido de béisbol.
Igualdad supone un mismo trato para todas las personas. De esta manera, supone que no existen diferencias ontológicas entre unos y otros. Supone, entonces, la aplicación de criterios generales que, por ende desatienden las particularidades que pudiesen existir.
De esta forma surge la siguiente paradoja, si aplicamos los mismos criterios en todos los casos, tratando a todas las personas de una misma manera, ¿dicha medida de igualdad deviene en desigualdad? Aunque suene tautológico, la respuesta debiera ser afirmativa. En efecto, al estar constituida la sociedad por personas en diferentes situaciones, toda decisión que se adopte respecto de ellos debe, necesariamente, tener en consideración las legítimas diferencias existentes entre cada uno de sus componentes. En este estadio aparece la expresión equidad.
Cuando se habla de un trato equitativo se habla de un trato equivalente, que considera las particulares circunstancias cada persona y caso. De esta forma, se obtiene un resultado mucho más justo que aquel alcanzado con un trato igualitario.
Al hablar de temas de género, es mucho más conveniente hablar de equidad de género. Toda vez que “al hablar de equidad, se habla de un reparto equivalente y justo de obligaciones, responsabilidades y beneficios. Mientras que la igualdad de género sólo proponía que tanto hombres como mujeres tuvieran los mismos deberes y derechos, sin hacer distinciones, la equidad busca que haya justicia dentro de esa igualdad. La equidad es por tanto la actuación para alcanzar la igualdad” (Cuál es la diferencia entre igualdad y equidad).
A continuación dejamos una columna sobre la diferencia de igualdad y equidad, a efectos que puedan revisarlo y profundizar sobre el tema, para acceder a ella, hacer clic aquí: