La exigencia ética: igual dignidad, igual valoración.
Este apartado fungirá como verdadero cierre y conclusión de los contenidos estudiados en este módulo.
La pregunta acerca de si la equidad de género es o no un problema ético, para ser respondida, debe ser analizada de forma ordenada y secuencial.
En primer lugar, debe estarse a que es lo que se pregunta. No se nos pregunta sobre la igualdad de género, sino sobre la equidad. Como señalábamos en la primera semana, la equidad no supone un mismo trato, sino que supone un trato equivalente, es decir, que asigne a cada uno lo que le corresponde conforme a sus requerimientos y situación particular. Al hablar sobre equidad y no igualdad se asume la realidad diversa que involucra la masculinidad y feminidad. Es decir, no pretende que lo masculino y lo femenino sean idénticos, sino que, partiendo de la base de su específica identidad, que el trato que se realice no establezca diferencias carentes de fundamento.
La segunda parte de la pregunta busca identificar si el problema existente respecto a dicha equidad, su exigencia o no, es, a su vez una exigencia ética, es decir, forma parte del conjunto de imperativos que, sea por su naturaleza o construcción cultural, forman parte del acervo humano.
Sobre el particular, se ha considerado que “la posibilidad de explorar los procesos de construcción de los sujetos morales, desde una perspectiva diferencial de género para ayudar a elaborar las concepciones éticas alternativas concordantes con un proyecto de sociedad democrática, se apoya en la diferenciación que se vislumbran en la construcción de una sensibilidad ética asociada a la identidad de género en el desarrollo moral” (Rodríguez, Díaz, 2005).
Si partimos de la base que la igual dignidad humana que existe entre un hombre y una mujer, considerando que por su propia naturaleza existen diferencias que no redundan en el valor que como parte del género humano les corresponde, no es factible hablar de una diferencia justificada. Es decir, la feminidad supone ciertas tareas que al hombre le es imposible realizar, como es el encontrarse en gravidez.
Por ello, no es desacertado afirmar que las diferencias observadas y vividas entre los hombres y las mujeres el día de hoy no son sino una construcción social.
El sexo ha sido sindicado como una categoría sospechosa, toda vez que, si bien es un parámetro objetivo, carece de explicación. En efecto, hombres y mujeres poseen una misma capacidad, intelecto y aptitud, y si bien su anatomía y biología presenta diferencias, estos no redundan en la aptitud que pueden tener para desarrollar algún trabajo, o desarrollarse en tal o cual esfera.
De esta forma, al no existir una diferencia más allá del sexo, no es justificable que se planteen diferencias entre el hombre y la mujer, siendo éticamente criticable aquello, toda vez que atenta contra la igual dignidad de las personas, de forma que tales diferencias no pueden ser consideradas como parte integrante de una ética cuyo origen deviene de la cultura o realidad histórico social que se trate.
“Los tipos de lentes teóricos y metodológicos han tendido a ignorar las consideraciones sobre formas diferenciales de desarrollo moral entre géneros, dando lugar a veces a perturbar una imagen negativa de lo femenino, y llegando a interpretar que las mujeres alcanzan un estadio de desarrollo moral inferior al de los varones” (Rodríguez, Díaz, 2005).
A continuación dejamos una noticia relativa al camino hacia a la equidad de género, el que será de gran ayuda para entender la situación existente actualmente en Chile, y que forma parte de este módulo. Para acceder a ella, hacer clic aquí o en la imagen que se muestra a continuación. |
Finalmente, les dejamos un video relativo a la apreciación que se ha tenido respecto de los géneros masculinos y femeninos, así como de la importancia que juega la sociedad en ello y, por consiguiente, en la ética que se sigue.